Qué fácil que es hacer la valija,
irse de pronto en el primer tren
estrujando las cartas del pasado.
Qué fácil que es abandonar la túnica
de un lila que nos bañó de amor;
voltear la almohada,
dejar sin tibieza la sábana,
extraviar las sandalias del insomnio.
Y pensar que en este sitio,
bajo la luz agonizante de una lámpara,
tú tejías los recuerdos
en telares de nostalgia
y escribías pentagramas
con los primeros sonidos de la aurora.
Qué fácil que es cruzar la misma calle
y pisar las mismas huellas;
apagar en tus pupilas las noches ebrias de vino.
Mas es cierto que los años se ajan,
que el tiempo tiene otras citas,
que no en vano pasan los Otoños,
que la lluvia se quedó detrás de los cerros,
y que entre tú y yo,
sólo hay un río que dejó de crecer.
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