Aunque el cielo no tenga ni una estrella
Y en la tierra no quede casi nada,
Si un destello fugaz queda de aquella
Que fue maravillosa llamarada,
Me bastará el fervor con que destella,
A pesar de su luz medio apagada,
Para encontrar la suspirada huella
Que conduce a la vida suspirada.
Guiado por la luz que inmortaliza,
Desandaré mi noche y mi ceniza
Por el camino que una vez perdí,
Hasta volver a ser, en este mundo
Devuelto al corazón en un segundo,
El fuego que soñé, la luz que fui.
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