Me da la mano y me conduce
hasta la piedra,
me muestra su mirada
de actinia
y luego se desnuda,
moja mis labios
con un sabor a frutas incendiadas,
ata sus pies a mi cintura,
se agita
como una cabellera que desova
bajo el agua,
en mar su vientre se transforma,
me hace el amor quinientos años,
y llora.
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