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martes, 30 de octubre de 2018

Paisaje animado de viento (20) El obrero - Dolan Mor



He traído un pico y una pala para cavar
un poema en la hoja. Ya he pasado la primera
capa de hielo que construye el silencio
sobre el blanco papel. (Esa lámina fina,
inmaculada.) Ahora rompo las piedras,
los gusanos que aparecen debajo de mis dedos.
Golpeo duro, golpeo en cada sustantivo,
gerundio o participio. Las palabras parecen
las hijas sublimes del metal más propicio.
Ya introduzco mis pies dentro del hoyo.
Los zapatos se ensucian, pero sigo
golpeando con las vísceras, la sangre
en cada movimiento que ejecuto. Golpeo
fuerte, golpeo el sustantivo, adverbio,
el adjetivo. Los minerales sangran debajo
de mis suelas. Ya introduzco mis piernas,
pantalones, hasta doy la cintura para abajo.
Me quito la camisa, me desnudo. Se trabaja
mejor en ese estado. Meto mi vientre,
el pecho, los dos brazos para golpear
con fuerza el agujero, perforar hasta
el fondo del idioma, hasta el verbo del fango.
Apenas veo hierbas, ya no hay árboles,
ni casas ni consuelos en un círculo. Sólo
están mi yo y mi doble ego dentro
de mi cabeza. Pero no me amilano,
mi espíritu no tiembla, duro golpeo
hasta dejarme el músculo y quedarme
en los huesos bajo tierra. Así, ahora, sin cielo,
la tierra como un techo me ha cubierto,
se acuesta como un monstruo sobre mí.
Pero yo no me canso, sigo, muerdo la muerte
con mi pico y con mi pala, las paredes, las rocas.
Y así, sólo, en el agujero sellado bajo tierra,
esperaré a que venga otro poeta a golpear
como yo la dura hoja, a enterrarse de nuevo
en el poema. Tal vez encuentre mi cadáver
vivo que no para nunca (con el pico y la pala rotos)
de golpear y golpear versos en vano.

domingo, 28 de octubre de 2018

Paisaje animado cascada (122) A una adolescente - Rafael Montesinos



Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
en el dulce pecado de la carne
tú y yo nos encontramos,
que el amor vuelve un día de repente,
igual que vuelve el árbol
del estéril invierno a la más verde
mentira del verano.

Porque en tu sangre había
diecisiete caballos galopando,
al corazón quisiste
llegar y te quedaste entre mis manos.
Mi corazón es sitio solamente
de corazón. Me lo dejé olvidado
en una tierra roja de olivares
donde todo es más claro.
Déjalo sollozar. Sólo me sirve
para un amor lejano.

Pero medí tu cuerpo con mis besos,
tus besos con mis labios,
para las altas lunas de tus pechos
fui poeta romántico,
porque en tu sangre había diecisiete
caballos galopando.

jueves, 25 de octubre de 2018

Paisaje animado ríos (169) Acacias - Eugenio Montejo



Estremecidas como naves
acacias emergidas de un paisaje antiguo
y no obstante batidas en su fuego
bajo la negra luz de atardecida
yo miro yo asisto
a este mínimo esplendor tan denso
yo palpo
la intermitencia de las arboladuras
su fuego girante delirante
enmarcadas en un éxtasis grave
como desposeídas lanzadas al abismo
así de grande
en un follaje poblado de sombras agitadas
las miro
frente a la piedad de mis ojos
bajo los huracanes de la Noche.

domingo, 21 de octubre de 2018

Paisaje animado ríos (168) Carta a Bobi - Eugenio Montale



A fuerza de exclusiones
te quedaba cuanto tú podías
apretar en las manos: y era
de quien lo comprendía. Te he seguido
varias veces sin que lo supieras. Varias veces
he andado la calle Cecilia Rittmeyer
en la que había conocido a tu vieja madre,
comprobado de visu terrible amor.
Quedaba del padre una bigotera y una
biblia evangélica, tal vez. He explorado
tu pléyade de amigos, los que fueron objeto
de tus experiencias más o menos fallidas
en la creación o destrucción de felicidad conyugal.
Eran tus primeros amigos, otros
vinieron luego que nunca he conocido.
Así se hizo de ti una leyenda
superficial y vana. Dicen
que eres un maestro no escuchado, tú
que a demasiados maestros escuchaste
y no has desconfiado de ellos. Confesor
inconfesado no podías dar nada
a quien ya no estuviese en tu camino.
A tu manera has triunfado, incluso si han perdido
todo los oyentes. Ahora, con esta carta
que no podrás leer jamás, te digo
adiós y no aufwiedersehen y esto
en una lengua que no amabas, falta
como está de Stimmung.

jueves, 18 de octubre de 2018

Paisaje animado de romántico (12) Cante mi mundo de amor-Ricardo E. Molinari



Cante mi mundo de amor,
tan dulcemente, que el viento
frío sienta su dolor
de nieve dura en mi aliento.
Corona de aire ofrecido,
río de calor cedido
al olvido; a un amante
sueño, exacto. ¡Mundo! Mundo
mío -tuyo-, ya profundo
en ¡ay! de cierzo distante.

Palma sedienta, jacinto
asido. Cantar a un día
turbado -solo aún-, distinto,
con su muerte todavía.
Rama de espacio celoso,
rumbo huído, riguroso.
Muro, flor, herida: ¡suelo
deshallado! Único. Sola.
Mi fe con su tiempo, aureola
de mundo solo, en tu cielo.

Brizna alta. Universo. Río.
Tu cielo, tu cielo, fuente
unida, ya sin vacío.
Eterno, eterna, luciente.
Que nadie toque tu rosa
de sonido, angustiosa
ayer, sin vida. Aire amado,
crecido: escúchame hoy -alma
viva- cantar en la calma,
en desierto enamorado.

lunes, 15 de octubre de 2018

viernes, 12 de octubre de 2018

Paisaje animado cascada (121) Ámame sólo como amarías al viento - Ricardo Molina



Ámame sólo como amarías al viento
cuando pasa en un largo suspiro hacia las nubes;
Ámame sólo como amarías al viento
que nada sabe del alma de las rosas,
ni de los seres inmóviles del mundo,
como al viento que pasa entre el cielo y la tierra
hablando de su vida con rumor fugitivo;
ámame como al viento ajeno a la existencia
quieta que se abre en flores,
ajeno a la terrestre
fidelidad de las cosas inmóviles,
como al viento cuya esencia es, ir sin rumbo,
como al viento en quien pena y goce se confunden,
ámame como al viento tembloroso y errante.

martes, 9 de octubre de 2018

Paisaje animado cascada (120) Amante que escapa - Vicente Molina Foix



He oído los cascos de un caballo
temblar en la colina.
No he hecho nada.

He comido raíces y el fruto de las bayas
que crecen sin provecho
entre las calaveras.
No me ha ocurrido nada.

He tocado la estela de tu cuerpo.
He visto nuestras cartas húmedas y arrugadas.
He pasado la lengua por los labios
que sólo a mí me cierras.
No he sentido nada.

sábado, 6 de octubre de 2018

Paisaje animado cascada (119) Adios - Enrique Molina



Un día más, sólo un minuto más, para estar vivo
y despedirme de cuanto amé.
Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría
desde el instante mismo en que nací.
Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su
sabiduría,
y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,
vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa
mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,
y el río con su lenta corriente musculosa
a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto
de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!

Un instante más aún en el suelo que pisé,
en el aire de mi respiración
sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,
con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño
planeta, donde perdure año tras año, presintiendo
este límite de espumas, este revuelto torbellino
de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado
por centelleante atracción de la tierra,
por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo
es mi destino.

Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós.
a cuanto se adoró en esta vida.

martes, 2 de octubre de 2018

CINEMAGRAPH BAILE (15) A filo de obsidiana - Cesar Antonio Molina



Al borde del antiguo bosque o del lago desecado,
en agosto, tanta lluvia, al atardecer.
Sombras que huyen.
El pájaro carpintero sin llegar.
La calle serpentea lentamente.
Pasé junto con la calle.
Al otro lado la tapia colorada.
Los árboles se movían como antepasados.
Montículos y colinas que fueron.
Quién sufría bajo cascos herrados.
La calle se detuvo frente a destinos cruzados.
¡Nadie!
Sólo una gran plaza esbelta y otra y otra.
Una balsa de piedra.
Todo en el orden de las proporciones.
Terrazas, tiendas, oficinas y hasta el Parnaso cerrado.
Una gran fuente. Coyotes abrevando.
La calle te llevaba.
Entonces salió un grito del bosque:
dos, tres, hasta cuatro veces.
¡Un grito!
No sé quién sufría a filo de obsidiana.
Ninguna luz se encendió.
La lluvia y el viento borraron todas las huellas.
¿Del grito o del sueño?
Y así, al margen, en esta calle
al margen del tiempo y de la vida,
sobre la sombra del mundo
la cama sin hacer.
Los gritos de pájaros oscuros
en medio de la llanura
que amanece de nuevo a filo de obsidiana.