He oído los cascos de un caballo
temblar en la colina.
No he hecho nada.
He comido raíces y el fruto de las bayas
que crecen sin provecho
entre las calaveras.
No me ha ocurrido nada.
He tocado la estela de tu cuerpo.
He visto nuestras cartas húmedas y arrugadas.
He pasado la lengua por los labios
que sólo a mí me cierras.
No he sentido nada.
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