Soy una prostituta japonesa
del siglo diecisiete,
joven, bella
Hago el amor a un comerciante
para quien quemo áloe, templo sake
y samicén, y desciño mi faja
lentamente
El fulgor en la noche
De amanecida pedirá papel,
pincel, le haré la tinta,
y esbozará unos signos
elegantes
Hallaré aquella noche varios siglos más tarde
leyendo a Saikaku
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