Estás contra mi pecho,
y sé que todo el aire desordenado
de mi vida
rinde ante ti los brazos, mujer mía.
Conmigo por tantas horas,
tú restauras mi profunda alegría
y la apuntalas a tu modo
en el mundo.
Y eres la fantasiosa que recorre
el delicado juego
de la encantada noche, mi poseída.
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