Gracias, amor, de nuevo tu criatura
se inclina al vasallaje de tu peso.
Encadenado estoy, me tienes preso
entre la red sin par de tu hermosura.
Gracias, amor, por esta cosa pura
que a través de la carne te alza ileso.
poder la boca convertirse en beso
es ser el fruto sólo la dulzura.
No importa, amor, que el labio ante el abismo
del gozo haya quedado silencioso
si es casi el pasmo como el verso mismo.
Gracias, pues tu lenguaje me ha enseñado
que en el silencio todo es más hermoso
y lo callado es más que lo cantado.
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