Sumida entre la lóbrega cantera
de mi cerebro calcinado, pura
como el diamante en el carbón, fulgura
su faz como la vi por vez primera.
Y, cual rendido lapidario, espera
mi amor, ciña la humilde vestidura
en que hoy envuelvo su ideal figura
de artista, de mujer y de hechicera.
Si algo palpita en mi Poema, gota
de agua en el arenal, si deja huella
o consigue ligar un alma rota;
si desgarra las sombras la centella
de un verso -luz que en el olvido flota,
es su lejana irradiación: ¡es Ella!
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