Un roce breve, fugitivo
como el ala de una mariposa
hizo arder el aire en un instante
entre tu cuerpo y el mío.
El universo se ocultó a mis ojos
y se encerró en un latido.
Tus miradas se volvieron mares
y sus olas mecieron mi destino.
Para siempre, un instante,
que ninguna muerte extinguirá,
mientras te ame.
Otros blogs que te pueden interesar.
¡Gracias! Un saludo. Clara
ResponderEliminar