Esto dijo al alba el ave a la rosa recién despertada:
«Sé amable, pues muchas como tú florecen en esta explanada.»
La rosa rió: «Verás que en verdad no mostramos dolor,
Mas nunca un amante con tan duras palabras acosó a su amor.
Si tu deseo es beber vino de rubí de la copa enjoyada
Debes ensartar perlas y corales traspasados por pestañas.
No puede atraer a las ventanas de su nariz el sabor del Amor
Quien el polvoriento suelo de la taberna con la mejilla no barrió.»
Anoche, en el jardín de Iram, cuando en el aire agradecido
La brisa del nuevo día meció las hermosas trenzas de jacinto
Pregunté:«Trono de Jamshid, ¿dónde está la copa que revela el mundo?
Suspiró: «Esa despierta fortuna yace ahora en un sueño profundo.»
No siempre de la lengua brotan amorosas palabras:
Ven, trae vino, oh tabernero, pon fin a esta charla.
Las lágrimas de Hafiz arrojan al mar su paciencia y talento.
¿Qué hacer si no puede ocultar cómo el amor desgarra su ser?
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