A tu ancho cuerpo de jade
y plata vuelvo,
jinete de manos verdes
y pleno cuerpo verde
de fosforescencias nocturnas.
A tu mansa lengua tibia
regreso,
a tu espléndido torso
de esmeradas vivas
e increíbles resplandores;
a tu canto
de agua simple,
recogida en tu inmenso lecho
de obsidiana oscura.
A tus olas vuelvo inevitablemente,
a tus amadas hojas líquidas
coronadas de magnolias
que se destrozan en instantes.
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