¡Oh Padre, cuánto es bello
El mundo que tú hiciste!
No hay templo, no hay palacio.
No hay sueño que su encanto rivalice.
¿Porqué, porqué los hombres,
Como envidiosos tigres.
Viven aborreciéndose
El breve tiempo que en el mundo viven?
Cuando aire, y cielo, y tierra
Murmuran: ¡sed felices!
¡Amaos unos a otros
Y trabajad para llamaros libres!
¡Oh Padre, cuánto es bello
El mundo que tú hiciste!
¡Felices los que sepan
Agradecerte, amarte y bendecirte!
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