Fuiste un testigo indolente
Ni comprendiste
Ni a ayudaste a la víctima.
Fuiste un cómplice de la perfidia y la ignorancia
Tácitamente aceptaste
Que aquel hombre no valía la pena.
Cuando lo llevaban al matadero
Estabas cerca de él
Y sólo miradas de rencor le prodigaste.
Cuando te preguntaron
Si aquel amigo que aparecía en sus poemas eras tú
Lo negaste airado.
Hoy que vives entre cosas cotidianas,
¿Te olvidas de aquella época ilustre
Cuando a tus pies tuviste la poesía?
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