Suave embalsamador de la alta noche en calma,
Que cierras con benignos y cuidadosos dedos
Nuestros ojos que gustan de ocultarse a la luz,
Envueltos en la sombra de un celestial olvido;
Oh dulcísimo sueño, si así te place, cierra,
En medio de tu canto, mis ojos deseantes,
O espera el "Así sea", hasta que tu amapola
Eche sobre mi cama los dones de tu arrullo.
Líbrame pues, o el día que se fue volverá
A alumbrar mi almohada, engendrando aflicciones;
De la conciencia líbrame, que impone, inquisitiva,
Su voluntad en lo oscuro, hurgando como un topo;
Gira bien, con la llave, los cierres engrasados,
Y sella así la urna callada de mi espíritu.
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