Desde las márgenes del negro al blanco,
desde el aire a la tierra,
con qué vestidura sigilosa, con qué dureza
ruedas por un manto de porosidades,
azar, entretejida estrella, dardo solar,
lengua de luz huidiza
hacia las letras claras del vacío.
En la hodierna de la necesidad
tu nombre cede al ser,
y eres la piedra ardiente,
la cosmogonía de la llama,
el balbuceo del origen,
pulsión y anulación,
la flor que suma todos los colores,
la palabra que no tiene sílabas,
la liturgia profunda de la carne,
la serpiente de la anamorfosis.
Azar, azar, rosa vital,
espectro fugitivo.
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