Eres, oh cuerpo oscuro, el siempre amado,
desnudo lecho en que los días fueron
y el placer de las noches donde ardieron
el sueño, la pasión y lo sagrado.
Por ti conoce el alma lo creado:
las formas de las cosas bajo el día,
tu desnudez más pura y la alegría
de sentirte en la sombra sosegado;
conoce el pan, el agua, la blancura
y el mar que bajo el cielo tiembla al roce
del ave y su secreta arquitectura...
Tantos dones al alma has entregado
que en la muerte, mi amor, sabré del goce
de haber vivido un día lo creado.
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