Cuando la tarde muere y soñolientos
Van hundiéndose en sombras los caminos,
Se duerme entre las frondas ya sin trinos
El alma vagabunda de los vientos.
Rezan las viejas sus rosarios lentos
En tanto que, al fulgor de mortecinos
Faroles, ruidos mozos cuentan cuentos
De brujas y fantasmas y asesinos.
Sube del valle virginal fragancia;
Una campana sueña en la distancia.
El paisaje se borra. Se diría
Que la noche cerró, muda y avara,
Como un tintero que se derramara
Sobre una página de tricomía.
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