Es medianoche. En medio del recinto
Está solo el cadáver de la hermosa
Y en la pared, desmantelada y fría,
De su cara proyéctase la sombra.
El seductor se acerca, y en los labios
Del cadáver aquel su labio posa;
Y en la pared, sobre la sombra aquella,
Hace lo mismo su callada sombra.
Y murmura: Quizás mañana mismo,
Cuando yo ruede a la profunda fosa,
Como en esa pared en el infierno
Se besarán nuestras malditas sombras.
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